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El tiempo lo es todo #Estilo

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El jamón ibérico tiene un gran valor y relevancia en la gastronomía mediterránea; su periodo de curación, aunque parezca ser extenso, es el necesario e indispensable para poder disfrutar de sus propiedades. Las recompensas a la paciencia son el aroma y el sabor inconfundible del cerdo Ibérico, lo que lo hace un producto inigualable.
Desde el tiempo de salado, aproximadamente un día por kilo en el que se moldea y perfila la pieza; pasando por el asentado y secado que toma de 1 a 3 meses, en el que se introduce la pieza en cámaras a unos 3ºC; hasta la maduración y el envejecimiento, de 2 a 3 años descansando en secaderos naturales, el jamón ibérico es un producto que refleja en su sabor la entrega y paciencia invertida en su proceso de elaboración.

Después de haber transcurrido entre 4 y 7 años, es momento de poder disfrutar de los beneficios de este producto mediterráneo. El instante en el que el jamón ibérico se funde al tacto, suave y frágil, con aromas inconfundibles y un sabor único en el mundo, ese instante en la boca se convierte en un recuerdo eterno.

Los Jamones Ibéricos necesitan un mínimo de 20 meses de curación. Una raza necesita años para consolidarse. Una encina requiere décadas para dar una bellota y una tradición necesita siglos para transmitirse.

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